lunes, 12 de diciembre de 2016

El Boom latinoamericano




Muchos factores propiciaron el fenómeno literario del boom latinoamericano, novelas como Rayuela de Julio Cortázar, Paradiso de José Lezama Lima, Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, entre otras,  fueron obras que coincidieron en una época rodeada de importantes cambios sociales, políticos y culturales en América Latina.

Despertaba España de la dictadura de Francisco Franco, tras largos años de represión a cualquier tipo de manifestación artística y cultural que pudiera representar una amenaza para el régimen. Voces narrativas como la de Luis Martín Santos con Tiempo de Silencio, Juan Marsé con Últimas tardes con Teresa y Si te dicen que caí,  Eduardo Mendoza con La verdad sobre el caso Savolta, etc., representan un cambio sustancial en la literatura del momento, no solo por el  contenido de realismo social que abordan, sino también por la ruptura que se da en cuanto a la manera estructural de las obras. De esta manera vemos cómo la narrativa española es también una gran influencia para los escritores latinoamericanos que se nutren con sus obras y que en un momento dado se unen al rompimiento de los esquemas tradicionales:

La nueva literatura hispanoamericana estaba fabricando una forma de modernidad histórica, literaria e ideológica que el régimen franquista combatió sin desmayo y cuyas correspondencias en el interior persiguió sin vacilar pero mientras pudo. […] los escritores hispanoamericanos van a intervenir en ese proceso cultural como agentes del cambio histórico de la mentalidad y la sensibilidad del español medio, y desde luego de sus medios (Gracia, 2004: 49).

Mientras tanto, en América comienzan a surgir movimientos de transformación social y política que traerán como consecuencia una nueva perspectiva en las tendencias artísticas. La Revolución Cubana es sin duda el centro de las noticias a nivel internacional y Cuba se convierte en una estrella en medio del continente.

El surgimiento de la editorial Casa de las Américas representa un gran logro no solo para la revolución y las letras cubanas sino también para el mundo entero. Trabajos literarios, investigaciones, y un sinnúmero de obras de calidad realizadas por escritores de diversas nacionalidades, fueron y siguen siendo publicadas a precios bastante cómodos y accesibles para una nueva generación de lectores que cada vez iba en incremento, Asimismo editoriales como Seix Barral de España, abrieron sus puertas a narradores de América Latina e impulsaron un mercado hispanoamericano del libro con publicaciones de hasta setecientos mil ejemplares, como fue el caso de la novela El general en su laberinto: «en forma paradójica, fue desde la España franquista que llegó el impulso que convirtió la revolución cultural promovida por Cuba en un “boom industrial”» (Herra, 1989:15).

Alrededor del fenómeno del boom latinoamericano surgieron una serie de reflexiones en las que no faltaron detractores, tal es el caso de críticos literarios que afirmaban que el éxito de todo este movimiento se debía a una estrategia comercial propiciada por Carlos Barral, en otros casos se hablaba de un grupo de escritores asociados con objetivos políticos centrados en la izquierda emergente del continente y una larga lista de opiniones y conjeturas, muchas de ellas sin fundamentos sustanciales que el paso de la historia se ha encargado de refutar:

Quizá los que más algarabía forman sean aquellos que se creen injustamente marginados por los dictadores que les niegan la entrada, y en represalia se dedican a hacer lo que se ha llegado a llamar «el trottoir literario», es decir a ganar su prestigio por medio de artículos y conferencias hostiles. Existen los pedantes que, inclinados sobre textos y blandiendo nombres en sus fláccidas manos sudorosas, prueban la ausencia de una «total originalidad literaria», originalidad total que ningún novelista serio querría reclamar para su obra. (Donoso, 2007: 15).

Hay muchos factores predominantes en torno al Boom de la literatura hispanoamericana, entre ellos cabe resaltar la propuesta de una nueva forma de escritura en cuanto a la temática y a su estructura. Se construyen personajes más ricos, con los que el lector se  siente más identificado y crea simpatía:

El héroe de la novela tradicional es sustituido por un antihéroe, por un personaje cualquiera […] al personaje chato, de un solo plano, sucede el personaje de múltiples facetas que hoy puede ser bueno y mañana tal vez no, al superhéroe, capaz de realizar toda una hazaña, sucede un pobre hombre incapaz de manejar ni siquiera su propia existencia (Herra, 1989:6).

Con lo anterior se produce una nueva propuesta en el lenguaje utilizado que se vuelve, en algunos casos, más coloquial al punto de que el lector puede percibir hasta el acento de los personajes y logra verse reflejado en ellos.

La novela no tiene un fin moralizador o didáctico, sino que  se escribe con el fin de hacer una propuesta artística; el orden narrativo pasa, en algunos casos, a ser una especie de rompecabezas, rompe con el esquema tradicional y se convierte en un collage.       
      
      Se incorporan escenarios citadinos, elementos de la cultura pop, hay una notable sobrevaloración del sexo, hay una utilización de elementos mitológicos, entre otras cosas que nutren y dan paso al nacimiento del realismo mágico.

            Muchos investigadores y críticos de arte afirman que el Boom tuvo sus inicios entre los años de 1960 y 1970 y se remiten a la publicación de Rayuela que fue publicada en 1963, otros prefieren enmarcarlo con la publicación de La ciudad y los perros  de Mario Vargas Llosa, otros se remontan a años atrás con Hombres de maíz de Miguel Ángel Asturias en 1949 o con El señor presidente publicada en 1946, y más atrás aún con  El pozo de Juan Carlos Onetti en 1939, sin embargo no es un año específico lo que da la importancia a este fenómeno de las letras si no la identidad que adquiere a través del lenguaje que propone.

            Las novelas del Boom son esencialmente modernistas, rompen las barreras entre lo fantástico y lo mundano y crean una nueva realidad a través de ello, tratan al tiempo de una manera no lineal, suelen utilizar más de una perspectiva o la voz narrativa. Otra característica destacada es el tratamiento de los ajustes, tanto rural como urbano, el internacionalismo del que habló Donoso, la identidad nacional, el énfasis tanto en la historia como en la política, así como las cuestiones económicas e ideológicas.

            Hay muchas causas fundamentales que propiciaron todo este fenómeno literario, Emir Rodríguez Monegal menciona una lista entre las que se destaca un motivo ya antes mencionado y que vale la pena recalcar: La revolución cultural que se estableció en el continente a raíz de la Revolución Cubana.

            Por tratarse de la primera revolución socialista en América, la Revolución Cubana fue inicialmente un punto de encuentro para la mayoría de los escritores del Boom, como lo mencionamos anteriormente la apertura de Casa de las Américas impulsó el desarrollo de la literatura y abrió las puertas a autores, investigadores y críticos literarios. Sin embargo años después del triunfo de la revolución, el gobierno castrista endureció algunas políticas de su partido y el 20 de marzo de 1971, después de una serie de discrepancias manifestadas hacia el régimen, el escritor Heberto Padilla es encarcelado junto a su esposa (también escritora), lo que causa una enorme conmoción y un rechazo contundente de parte de muchos escritores a nivel internacional. Casos como los de Padilla se une al de otros más que también fueron discriminados como el caso del poeta Virgilio Piñera y más grave aún  la persecución, tortura y violación a los derechos humanos  de la que fue víctima el novelista, dramaturgo y poeta Reinaldo Arenas. El furor sobre el caso de Padilla puso fin a la afinidad entre algunos intelectuales latinoamericanos y el mito de inspiración cubana, y para algunos significó el comienzo del fin del auge del Boom latinoamericano.

            Sin duda el Boom latinoamericano marcó un periodo en la historia de la literatura de América y el resto del mundo, en medio de procesos políticos y sociales bastante difíciles como el neocolonialismo, gobiernos dictatoriales, guerrillas, golpes de Estado y revoluciones socialistas, se crearon obras originales y con un sinnúmero de virtudes que recogieron del surrealismo la manera de entender al ser humano y su búsqueda, que en su lenguaje propuso un existencialismo fundado en la irracionalidad, que supo proponer una nueva forma de creación a través de la palabra.  

















Bibliografía

Donoso, José. "Historia personal del “boom”. Madrid, Alfaguara (1998).

Gracia, Jordi. "Una larga celebración: las letras españolas e Hispanoaméricas entre 1960 y 1981." La llegada de los bárbaros: La recepción de la literatura hispanoamericana en España, 1960-1981, Barcelona, Edhasa. 2004: 47-81.

Herra Monge, Mayra. El" boom" de la literatura latinoamericana: causas, contextos y consecuencias. Universidad de Costa Rica, Sede de Occidente, Coordinación de Investigación, 1989.


Reig, Rafael. Manual para caníbales. Barcelona: Debate. 2006.


lunes, 5 de diciembre de 2016

Las actas del juicio




Ricardo Piglia, escritor argentino, es uno de los narradores y críticos más importantes e influyentes en la literatura actual. Su cuento Las actas del juicio forma parte del volumen Nombre falso publicado en 1975.

Las actas del juicio es una narración de carácter histórica que trata sobre el juicio del presunto asesino de uno de los personajes de la historia de Argentina, el General Justo José de Urquiza, enmarcada a partir de hechos ocurridos en el año 1852.

Piglia nos presenta una historia partiendo de un documento oficial, se trata de un acta de la declaración y la reconstrucción de los hechos de un asesinato; y es aquí donde comienza una especie de juego entre la ficción y la realidad, de la literatura y la historia. Narrada en primera persona por uno de los testigos y acusados, Robustiano Vega que podría ser la alteración del nombre de Robustiano Vera, quien fue el coronel que tuvo al mando una partida de cincuenta hombres con la misión de apresar a Justo José de Urquiza. Aquí la intención de Piglia es mostrar las contradicciones de la historia oficial a partir de la intrahistoria literaria.

Podemos apreciar como en el interrogatorio del juicio existe la presencia de un Juez, sin embargo sus preguntas al acusado no figuran en el relato, no obstante los espacios en blanco seguidos de los guiones de inicio del diálogo nos indican que es la respuesta a esas interrogantes que el autor omite en la narración de la historia: «— ¿Quién dice que no es de esto de lo que tengo que hablar? Si fue por esto que yo lo hice y por estas cosas entendió el General que no era al hiedo a lo que nosotros le cuerpeamos, la noche aquella, en los Bajos.» (Piglia, 1967:1). Podemos ver también expresiones como «—No, señor. Ninguno de nosotros sabe.» (Piglia, 1967:5) para hacer respuesta a esa otra voz oculta que podríamos intuir se trata del juez.

A través del tiempo los historiadores han construido la imagen de Urquiza con base en documentos e investigaciones rigurosas, nos han retratado a un personaje con grandes intenciones políticas, sociales y culturales, que luchó por el bienestar y desarrollo de un pueblo; los motivos de su asesinato han sido objeto de dudas y largos debates. En este cuento, Piglia ficcionaliza el relato y el punto de vista de uno de los supuestos asesinos del General, quien de manera inicial formó parte de sus tropas y por circunstancias relacionadas con la misma política acabó siendo uno de sus asesinos:

 —Sí. Fue por todo eso que yo lo hice. Pero ya había sucedido antes, la noche aquella en los Bajos de Toledo, […]. Esa vez sucedió. Y no fue por divertirnos. Ni por miedo a pelear como andan diciendo. sino por coraje y porque el General ya no se mandaba ni a él. […]. Lo que pasó después, es como si no hubiera pasado. Esto de que todo Entre Ríos ande con voluntad de guerrear y gri­tando ¡Muera Urquiza! cuando para nosotros, los' que peleamos al lado de él, ya estaba muerto desde antes. (Piglia, 1967: 7).


En un lenguaje provinciano y con algunas marcas propias de esa oralidad,  Robustiano Vega nos cuenta el punto de vista de esa otra parte en la que podemos notar el reconocimiento de Urquiza como el líder que fue y que poco a poco se desvaneció por las circunstancias precarias, la desesperación, la versión de que se trató del gesto heroico de quien se rinde para pacificar el país, algunas malas decisiones y también traiciones de las que, según la historia, fue víctima:

Lo demás vino porque daba lástima verlo, tan apagado […].Por las tardes se paseaba cerca del río, y uno lo miraba de lejos, y era como ver pasar el viento. Se andaba solo y callado y daba una especie de indignación. También por eso lo hice. Para ayudarlo. Pero hubo otras cosas, porque sino ustedes no armarían este bochinche y yo no estaría aquí, parado, hablando de esto que sólo me da pena. Alguna otra cosa anduvo pasando que no sabemos, algo que viene de lejos y que fue lo que modificó al General. Y de eso parece que no hay quién conozca. Ni entre ustedes (Piglia, 1967: 8).

Es importante mencionar como el autor hace la construcción de los personajes de Urquiza y Vega; del primero podemos resaltar el hecho de que a pesar de tratarse del supuesto asesino de uno de los hombres más emblemáticos de la época, es también un hombre que se muestra conmovido y que siente pena, dolor y confusión a pesar de que al final su moral, su ideología y su misma ignorancia lo incitó a perpetrar el crimen: «—Perdone, mi General —le dije, y me apuré buscándole el medio del pecho para evitarle el sufrimiento» (Piglia, 1967: 9).

La voz de Robustiano Vega nos describe también al personaje de Justo José de Urquiza, nos presenta a un ser humano con virtudes y también defectos, describiendo actos que desmitifican su imagen.

Vemos como se describe a un hombre que la historia nos ha presentado como un símbolo de la lucha, de la libertad y de la justicia «—No. Y por eso estábamos con él. Porque siempre hizo lo que era debido y daba gusto pelear por él, que era como nosotros, que había empezado de abajo y se lo hizo todo» (Piglia, 1967: 4), sin embargo a su vez nos muestra a un hombre frío y cruel con sus adversarios, situación que llevó a Robustiano a la decepción y que lo motivó a partir aquella tarde del 11 de abril de 1870, acompañado de cincuenta hombres, a perpetrar el asesinato del General Urquiza:

Ninguno de nosotros sabe de dónde le nacían las ganas de hacer esas cosas que no podían gustarle ni a él. Lo de quedarse con las tierras de las viudas. O querer llevarnos a pelear contra los paraguayos, que nunca nos hicieron nada, y al lado de Mitre. Y eso con los desertores, de hacer que los lanceáramos en seco […]. Los amontonó en el corral grande y nos hizo formar sobre la avenida, como para una diversión. Los iba largando de a uno y después elegía a algunos de nosotros, con la mirada. Nos achicábamos sobre el caballo porque era feo eso ele verlos correr y correr solos y al sol, en medio de la calle, despatarrados por el miedo, cada vez más cerca, igual que si retrocedieran, hasta meterse abajo del caballo […]. Estuvimos toda la tarde en esas corridas, hasta casi acostumbrarnos a los gritos. Y se fueron quedando tendidos, como trapos al sol, en una fila despareja que llegaba cerca de la laguna (Piglia, 1967: 5).

En la realidad diversas interpretaciones proporcionan los historiadores respecto de las motivaciones de la retirada de los simpatizantes y hombres que luchaban con Urquiza.
Su prolongada hegemonía en la provincia y la posterior adhesión a la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento abrieron el camino para que uno de sus principales hombres, López Jordán, deci­diera tomar su lugar. Los historiadores conjeturan que fue él quien organi­zó la partida que lo asesinó en 1870.

En este cuento, Piglia consigue provocar y conmover al lector a través de la voz del entrerriano Robustiano Vega y logra capturar un punto ciego de la historia política de Argentina en la comisura del lenguaje, siendo muy difícil deslindar la historia de las formas literarias.






Bibliografía

Piglia, Ricardo. “Las actas del juicio” en La invasión, Barcelona, Anagrama: 2006 (Edición revisada de la 1967).

Carrión, Jorge. El lugar de Piglia: crítica sin ficción. Introducción. Barcelona, Candaya: 2008.

Forastelli, Fabricio. "La lectura y el lector." Orbis Tertius 15 (2010).